Navidad solidaria.
Esta historia comienza en unas navidades no muy lejanas. En casi todo el mundo, las familias reunidas celebran la Navidad. Las calles de las ciudades y pueblos se iluminan con bombillas de colores y en los escaparates bonitos adornos de Navidad las decoran.
Los niños esperaban con anhelo la llegada de Papá Noel e intentaban conciliar el sueño para despertar con la misma ilusión con la que se acostaron y descubrir los regalos que les había dejado bajo el árbol.
Pero en el otro lado del mundo, muchos niños se despertaron muy tristes porque un tsunami les dejó sin su casa, sin comida, sin ropa y sin los pocos juguetes que tenían para jugar y compartir entre ellos. Así que, cuando Ariadna, el día después de Navidad vio aquella ola tan grande por televisión y vio tantos niños que no tenían nada, le dijo a su mamá.
- Mamá, Papá Noel me ha traído muchos juguetes y yo quiero compartirlos con esos niños de la tele.
- Cariño, sé que te gustaría enviarles alguno de tus juguetes a esos niños pero para ellos es más necesario comida, ropa y dinero para sus padres.
- Mamá ¿y si nosotros apadrinamos un niño?- preguntó Ariadna.
- Cielo, ojalá pudiéramos pero eso supone muchos gastos y no sé si el dinero llegaría.
Después de esta charla, pasaron muchos días y se volvió a hablar de ello. Pero la noche de Reyes Magos, su mamá vio la carta que había escrito. En ella había escrito que no quería juguetes sino apadrinar a un niño que lo necesitara. Así pues cuando se despertó encontró una carta que decía que, como había sido una niña tan buena, los Reyes Magos le dejaban unos juguetes y que pronto recibiría las fotos de sus dos hermanitas de Indonesia que se llamaban Laura y Patricia.
Durante unos días Ariadna no se separaba del buzón esperando que las fotos de sus dos hermanitas llegaran desde entonces ella fue muy feliz diciendo que tenía dos hermanas que vivían lejos y fueron su mejor regalo de Reyes.
Sergio López Monzón
6. ºA
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